Rosalina, una madre de origen venezolano, se dedica a trabajar cantando en los buses de Guayaquil. Ella cuenta que «un día bueno» se puede ganar 15 dólares a 20 dólares, pero «un día malo» 10 a 12 dólares. Se sube a varios veces durante el día tras dejar a su hijo más pequeño en una guardería. Con lágrimas en los ojos cuenta cómo era vivir estás épocas en su tierra natal.