Hoy conocimos la historia de Carmen Ronquillo quien se dedica a la venta de maduros en los exteriores de una entidad pública en Guayaquil. Una mujer de 50 años que todos los días trabaja sol a sol para pagar los estudios de sus hijos.
Ella cuenta que tuvo una infancia complicada puesto que su padre no le permitió estudiar porque era muchos hermanos y él creía que las mujeres no debían estudiar. Desde entonces se dedicó a trabajar en mercados y luego se estableció en la venta de maduro.
Carmen perdió a su hija en un accidente de tránsito un 23 de diciembre, «yo la estaba esperando para Navidad», dijo ella. Ahora Carmen cuida a su nieta como si fuera su hijo.