En la noche del 9 de agosto de 2023, Ecuador quedó consternado por el impactante asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio. El trágico suceso tuvo lugar durante un mitin político en el norte de Quito, donde un atentado violento segó su vida abruptamente.
Villavicencio, quien figuraba como uno de los ocho aspirantes a la presidencia en las inminentes elecciones programadas para el 20 de agosto, había emergido como una figura destacada en el panorama político ecuatoriano. Su camino hacia la candidatura presidencial fue el resultado de una corta pero intensa carrera política, cimentada en una larga trayectoria en la esfera pública.
Entre 2021 y 2023, ocupó el cargo de asambleísta nacional, donde desempeñó un papel crucial como presidente de la Comisión de Fiscalización y Control Político. A lo largo de su mandato legislativo, se mantuvo como un asambleísta independiente, evitando alinearse con cualquiera de las bancadas existentes. Su enfoque se centró en investigaciones de alto impacto, especialmente en el ámbito petrolero, dirigiendo su escrutinio hacia los gobiernos de Rafael Correa, Lenín Moreno y el actual presidente, Guillermo Lasso.
Una de sus más prominentes investigaciones tuvo lugar en el caso Petrochina, donde destapó un entramado de corrupción en la intermediación petrolera. Su determinación y valentía para exponer estas problemáticas no pasaron desapercibidas y generaron tanto reconocimiento como controversia.
Villavicencio también dejó una huella en el terreno legislativo al dirigir el juicio político en contra del presidente Lasso en sus últimos días en la Asamblea. En esta posición, enfrentó críticas contundentes por parte de la oposición, especialmente del correísmo, quienes lo acusaron de estar demasiado cerca del Gobierno. A pesar de estos señalamientos, él defendió su posición, alegando que la oposición carecía de pruebas sólidas para sustentar sus acusaciones.
Su liderazgo en el Frente Parlamentario Anticorrupción también dejó una marca, al presentar denuncias que señalaban posibles vínculos entre candidatos a cargos seccionales y el narcotráfico.
El trágico asesinato de Fernando Villavicencio dejó a Ecuador en estado de shock y consternación. La pérdida de un candidato presidencial comprometido y un incansable defensor de la transparencia y la lucha contra la corrupción deja un vacío en la política del país, al tiempo que sus contribuciones y legado perdurarán en la memoria colectiva.
De líder sindical a defensor de la justicia política
En 2014, en un paso audaz, Villavicencio, Jiménez y el médico Carlos Figueroa presentaron una denuncia en contra de Correa alegando supuestos delitos de lesa humanidad. La denuncia se centraba en la incursión de militares en el Hospital de la Policía el 30 de septiembre de 2010, un evento de importancia histórica en Ecuador. Aunque esta denuncia fue rechazada y catalogada como maliciosa y temeraria, este enfrentamiento legal tuvo consecuencias significativas.
El resultado de esta denuncia llevó a una contrademanda por parte de Correa hacia Jiménez, Villavicencio y Figueroa. La sentencia los condenó a 18 meses de prisión, aunque esta pena nunca fue cumplida. En lugar de ello, los tres políticos encontraron refugio en el pueblo indígena de Sarayaku, ubicado en la Amazonía ecuatoriana. Su regreso a la vida pública se produjo cuando su condena prescribió, permitiéndoles retomar su activismo y participación en la esfera política.
El recorrido de Fernando Villavicencio, desde sus raíces en el sindicalismo hasta su lucha por la transparencia y la justicia en el ámbito petrolero, pintan un retrato de un individuo dedicado a cuestionar y exponer las problemáticas en el entorno político y económico de Ecuador. Su trágico asesinato puso fin a una carrera llena de desafíos y logros, dejando un legado que continuará resonando en la memoria del país.