Una fuerte sequía ha causado estragos en muchas zonas rurales de España, pero un efecto secundario inesperado de la peor sequía del país en décadas ha hecho que los arqueólogos tengan mucho trabajo con la aparición de un círculo de piedras prehistóricas en una presa cuya línea de flotación retrocedió.
Conocido oficialmente como el Dolmen de Guadalperal, pero apodado el Stonehenge español, el círculo de docenas de piedras megalíticas se cree que data del año 5000 antes de Cristo.
Actualmente se encuentra totalmente expuesto en una esquina del embalse de Valdecanas, en la provincia central de Cáceres, donde las autoridades dicen que el nivel de agua ha bajado al 28% de su capacidad.
«Es una sorpresa, es una oportunidad única de poder acceder a él», dijo el arqueólogo Enrique Cedillo, de la Universidad Complutense de Madrid, uno de los expertos que se apresuran a estudiar el círculo antes de que vuelva a quedar sumergido.
Fue descubierto por el arqueólogo alemán Hugo Obermaier en 1926, pero la zona fue inundada en 1963 en un proyecto de desarrollo rural bajo la dictadura de Francisco Franco.
Desde entonces, solo ha sido visible en su totalidad en cuatro ocasiones.
Los dólmenes son piedras dispuestas verticalmente que suelen sostener una roca plana. Aunque hay muchos repartidos por Europa Occidental, se sabe poco sobre quién los erigió. Los restos humanos encontrados en muchos de ellos o en sus inmediaciones han dado lugar a la teoría, a menudo citada, de que son tumbas.
Las asociaciones históricas y turísticas locales han abogado por trasladar las piedras del Guadalperal a un museo o a otro lugar en tierra firme.
Su presencia también es una buena noticia para Rubén Argentas, propietario de un pequeño negocio de excursiones en barco. «El dolmen emerge y comienza el turismo dolménico», dijo a Reuters tras un ajetreado día dedicado a llevar y traer turistas al lugar.
Pero no hay ningún resquicio de esperanza para los agricultores locales.
«No ha llovido lo suficiente desde la primavera… No hay agua para el ganado y tenemos que transportarla», dijo José Manuel Comendador. Otro, Rufino Guinea, dijo que su cosecha de pimientos dulces había sido devastada.
El cambio climático ha dejado a la Península Ibérica en su punto más seco en 1.200 años, y se espera que las lluvias invernales disminuyan aún más, según un estudio publicado por la revista Nature Geoscience.