Nigeria ha elevado de 22 a 40 el número de muertos en el ataque del pasado domingo contra una iglesia católica de Ondo (suroeste), informó el gobernador de ese estado, Oluwarotimi Akeredolu, en declaraciones recogidas hoy por los medios locales.
Tras el ataque, que tuvo lugar contra la iglesia católica de Saint Francis, en la localidad de Owo, las autoridades han emitido diferentes cifras de víctimas, si bien el gobernador admitió errores en el conteo.
«El equipo médico, encabezado por el comisionado de Salud, nos ha enviado cifras, y son un poco diferentes. Lo que publiqué durante mi discurso transmitido al estado (este martes) estuvo mal y debemos aceptarlo», admitió Akeredolu este miércoles tras reunirse con obispos para analizar el ataque.
«La cifra que tengo ahora muestra que hubo 127 personas involucradas y que el número de muertes ahora es de 40. Ingresadas recibiendo tratamiento, tenemos 61. Veintiséis han sido dadas de alta. Esas son las cifras que tenemos ahora. El Gobierno no está ocultando nada», aseguró el gobernador, citado por medios locales.
La Agencia Nacional para la Gestión de Emergencias (NEMA) de Nigeria confirmó este martes a Efe que hubo 22 muertos, cifra que el mandatario usó en su alocución de ese día.
Ese dato ya rebajaba la cifra de fallecidos divulgada el lunes por el Consejo de Laicos Católicos nigeriano, que situaba en «más de cincuenta».
Hombres armados no identificados, disfrazados de miembros de la congregación, dispararon y usaron explosivos en el ataque a la iglesia, según la Policía.
«Los pistoleros, a partir de las investigaciones preliminares, invadieron la iglesia con armas y materiales sospechosos de ser explosivos», explicó en un comunicado Olumuyiwa Adejobi, portavoz de la Policía.
«Los investigadores policiales que formaban parte de los primeros en responder en la escena recuperaron casquillos de munición de (fusiles) AK-47 gastados, mientras que los Dispositivos de Artefactos Explosivos-Químicos, Biológicos, Radiológicos y Explosivos Nucleares (EOD-CBRNE) confirmaron el uso de explosivos», añadió Adejobi.
El presidente de Nigeria, Muhammadu Buhari, y el gobernador de Ondo condenaron la masacre.
Asimismo, el papa Francisco lamentó este lunes el ataque y rezó por la «conversión de los que están cegados por el odio y la violencia», según anunció el Vaticano.
El ataque tuvo lugar después de que al menos 31 personas murieran el pasado 28 de mayo por una estampida ocurrida en un acto organizado por una iglesia en la ciudad de Port Harcourt, en el sur de Nigeria.
Nigeria sufre ataques incesantes de bandidos y secuestros masivos por lucrativos rescates, pero estos suelen producirse en el centro y noroeste del país, lo que convierte en inusual la matanza de la iglesia en el suroeste del país.
A esta inseguridad se suma la amenaza yihadista que asuela desde 2009 el noreste del país, causada por el grupo Boko Haram y, desde 2015, por su facción ISWAP (Estado Islámico en la Provincia de África Occidental).