Se sabe bien que consumir alcohol es malo para la salud, y cuanto más, peor. Sin embargo, en algunos casos concretos, es posible que existan excepciones. Esa es una de las conclusiones de un amplio estudio publicado hoy en la revista The Lancet a partir del estudio de la Carga Global de Enfermedades.
Como en estudios anteriores, para la gente de hasta 40 años, el consumo saludable de alcohol es cero. Sin embargo, algunas personas que superan esa edad podrían tener algunos beneficios sobre la salud cardiovascular o la diabetes consumiendo pequeñas cantidades de alcohol diarias, equivalentes a entre una y dos copas de vino.
La explicación estaría en que el alcohol, por el etanol que contiene, incrementa la producción de colesterol bueno y tiene una actividad sobre el endotelio que puede ser beneficiosa frente a dolencias como las cardiovasculares o la diabetes.
Sin embargo, según señala Iñaki Galán, investigador del Centro Nacional de Epidemiología (CNE) del Instituto de Salud Carlos III que no ha participado en el estudio, “al mismo tiempo ese consumo de alcohol puede incrementar el riesgo de otras enfermedades como el cáncer de mama o el colorrectal o los accidentes de tráfico, que se eleva con un pequeño consumo”.
“Creo que es mejor recomendar un consumo cero como el más seguro”, concluye Galán. Juan Turnes, jefe de servicio de enfermedades digestivas del Complejo Hospitalario Universitario de Pontevedra y representante de la Asociación Española para el Estudio del Hígado, considera muy útil y muy completo el estudio para comprender los efectos del alcohol sobre la salud de una forma global, pero llama a ser cautos en las interpretaciones de estos resultados para aplicarlos a recomendaciones individuales.
“Aunque hubiese una cantidad saludable de consumo de alcohol, tenemos el problema de que genera adicción y es cuestionable éticamente recomendar consumir una o dos bebidas como las entendemos médicamente, que es menos de lo que la población considera una bebida”, explica. “Es difícil que esto no se incremente con el paso del tiempo”, añade.
Emmanuela Gakidou, profesora de Ciencias de las Métricas de Salud de la Universidad de Washington y coordinadora del trabajo, resume su mensaje: “La gente joven no debería beber, pero la mayor puede beneficiarse de beber pequeñas cantidades. Aunque no es realista pensar que los jóvenes se abstengan de beber, creemos que es importante comunicar la última evidencia científica para que cada uno tome decisiones informadas sobre su salud”, concluye.
Además, Dana Bryazka, también investigadora de la Universidad de Washington y coautora, advierte de que los responsables del estudio no sugieren “tomar más alcohol para prevenir enfermedades ni pueden hacer recomendaciones a nivel individual basadas en los resultados de este estudio”.