En Cadeate el pan promete ser caliente y fresco. Jhon Tómala tiene lista la siguiente charola de panes para meter al horno y se apresura porque sabe que los comuneros y visitantes ya preguntan “cuánto tiempo hace falta para sacar la segunda tanda de pan caliente”.
Cada día la vitrina de las 45 panaderías se llena con el tradicional pan caliente a la espera de ser degustado.
Pan de dulce, sal, rosquitas, el popular comecallado, los pechitos de novia, y diversidad de bizcochos son parte de la vitrina que expone Jenny Reyes, quien es madre de John, y rescata la labor en familia.
Las recetas han sido enriquecidas y mejoradas a lo largo del tiempo para que cada una de las panaderías en la zona tenga su sabor único y distintivo.
En la panadería se coloca cuatro panes en una funda y los venden a 50 centavos, siendo la atracción en el mercado donde la mitad de sus habitantes se dedica a la panificación.
En Cadeate nunca faltará el pan. Aquí, la profesión de panificador se ha convertido en un legado que busca perdurar en las familias.