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Las tradiciones navideñas más raras del mundo

Mientras nosotros comemos pavo en estas festividades, en Japón lo más tradicional es comer pollo de KFC. En estos días la cadena norteamericana recibe millones de pedidos, por lo que no se puede esperar al último momento para reservar la cena especial de Navidad, se reserva con semanas de anticipación.

Algo más inusual es lo que comen en Groenlandia. Se trata del Mattak o grasa de ballena cruda y cortada en cuadritos que se sirve como cena en Navidad. También comen hákarl, carne de tiburón tóxico que se cura durante meses. Todo esto acompañado con un aguardiente típico denominado brennivín.

Dejando a un lado las comidas. En Noruega lo más tradicional es esconder las escobas y trapeadores. El mito noruego indica que las brujas deambulan por el cielo nocturno en Nochebuena, buscando enredar con sus hechizos malignos. Es por eso que en Nochebuena, antes de ir a dormir, muchas personas esconden las escobas en sus casas -o inclusive las aspiradoras, versión ‘moderna’ de las escobas-, para que no las agarren las brujas. Algunos, incluso, realizan un disparo al aire de advertencia para ahuyentarlas.

Mientras que en Ucrania, decoran sus árboles con arañas y telarañas como símbolo de buena suerte. Esto se debe a una antigua leyenda: una familia pobre consiguió hacer crecer un árbol de Navidad a partir de una piña. Los niños se emocionaron y deseaban decorarlo, pero la familia era tan humilde que no tenían los recursos para ello. Fue entonces cuando las arañas comenzaron a tejer telarañas de seda en el árbol, las cuales volvieron doradas y plateadas al salir los primeros rayos de sol de la mañana.

Por otro lado en España, los regalos no los trae Papa niel, sino el Tió Nadal, un tronco de madera que se los decora con una cara y pequeñas piernas. En Nochebuena se supone que el Tió deja regalos para los niños. Por ello, desde el 8 de diciembre, cuando se celebra la Inmaculada Concepción en toda España, las familias empiezan a dar de comer al Tió cada noche y se aseguran que esté caliente debajo de una gruesa manta.